martes, 5 de junio de 2007

El frío hace enojar a mis enanas

Hace frío, eso nadie lo niega. En las mañanas ya no tengo ganas de salir a comprar el pan por cómo amenece húmeda nuestra capital. A mis perros no los saco a pasear. Tengo un pekinés y una chitzú. Si los saco al parque regresarán empapados hasta la mitad del cuerpo. Su pequeña estatura permite que se mojen fácilmente. Están casi al ras del suelo. Y lo peor es que la hembra cumple un mal papel como madre. En estos días debería darle el calor correspondiente a sus tres crías. Tiene unas bolas de pelo, las cuales tiritan constantemente. Al parecer, a Aika - así se llama la cuadrúpeda engreída de mi casa - se cansó de estar recostada todo el día y dejar sus ubres a merced de su desendencia. Estas gua guas caninas no perdonan. Agarran un tetita y no la sueltan. La otra vez acariciando la barriga de mi bigotona percibí unas escoriaciones producto de la tosquedad de sus hijas. A veces pienso que esas heridas son hechas concientemente. Posiblemente las perritas lastiman a su mamacita por su falta de cariño de estos días. Aika no permite que se le acerquen en búsqueda de refugio o comida. Mejor suerte tiene el padre de esta camada. Al ver tanto pleito, prefirió hacerse un lado y dedicarse a dormir todo el día sobre un silla de la cocina. Ha encontrado un sitio preferencial en una platea alta improvisada.

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