Este video no es de la fiesta, pero me pareció interesante.
El tipo abre botellas con su teléfono celular.
El tipo abre botellas con su teléfono celular.
Es increíble como una cerveza mal destapada te puede arruinar la fiesta. En el éxtasis de la alegría, alguien puede hacer una tontería y después de la cólera del momento recién uno se pone a reflexionar.
Luego de renegar por no encontrar en la entrada del Saquara a mi estimada 'Chata' Amasifuen, regresé a este local con unos compadres tras estar en la Calle de las Pizzas. Amigos entrañables del colegio los junté con estimados colegas allá en Barranco. Gracias a un marino mercante que fungió de contador, pudimos entrar 12 personas a la discoteca por menos precio.
Después de ver dónde nos ubicábabamos, la docena de juergueros nos movimos a la parte posterior, atravesando toda la pista de baile. Al fondo al sitio, podría haber resumido bien un cobrador de combi. Cerca había una barra, así que los que querían alcohol, al alcance estaba.
Ese día vi más bella a una amiga. Descarto ipsofacto que sea la cumpleañera. Me refiero a una ñañita que la conozco desde hace tiempo. Empecé a bailar con ella y me parecío una flor. En mi imaginación, me lanzó una feromona atrayente para cualquier insecto con ganas de polinizar. No estaba mareado, así que para los seguidores de la frase "no hay mujer fea, solo falta trago", vayan retirándome de ese gremio. Ese día muchas cavilaciones pasaron por mi mente.
El diskjockey retrocedió varios años atrás y mezcló La Macarena, Mayonesa, Axe Bahía, Natusha y Xuxa en una sola pieza. Hasta quienes no les agradaba el baile estaban aplaudiendo con las manos arriba.
En eso, la algarabía se convirtió en sorpresa. Jeremy agarró su cerveza y agitándola misma maraca de brujo, la destapó, bañando de espuma a todos los bailarines. La gente en vez de molestarse se aunó en un grito de celebración. Era el clímax de la fiesta. Sin embargo, de la oscuridad surgió un gigante miembro de seguridad, lo abrazó por la espalda y lo condujo fuera del local.
Misma sombra, yo fui detrás de ese efectivo. Nada podía hacer para impedir su avance. Era pedir a una hormiga meterle cabe a un elefante. Finalmente, no pude lograr el retorno del sancionado. El guardia de afuera no escuchaba argumentos. Entendí que reclamando no lograríamos nada y para no dejarlo solo afuera, opté por retirarme con mi grupo.
Sin embargo, ahí no quedó la cosa. Mi compadre Daniel, fiel a su costumbre, quería seguir tomando. Compramos una gaseosa en el grifo de la esquina y ya en su casa lo mezcló con un pisco guardadito. Los celos, las ex, y los trabajos fueron algunos de los temas durante la faena etílica. Ya salía el sol y nosotros optamos por descansar.
Dejé el Saquara a las 3 y tanto de la madrugada, y recién le di descanso a mi cuerpo a las 5 y 30. Me han sorprendido mis ganas de querer continuar la fiesta porque no soy así. Los años pasan y las costumbres cambian. Pero sé que en el fondo sigo siendo el mismo muchacho bonachón.
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