Por mi trabajo no hay un buen local donde se coma hamburguesas. La mayoría de locales son restaurantes. Pocos chifas y cevicherías he visto. Una que otra pollería ofrece salchipapas en su menú, pero no hay lo que busco desde hace meses: un buen sanguchón.
Cuando tengo hambre y plata, o cuando regreso a casa de madrugada con el estómago vacío, siempre busco saciar mi hambre con un pedazo de carne en medio de dos rodajas de pan, papas, ensalada y cremas. Esa fórmula nunca me ha fallado y tanto consumir este tipo de comidas, soy caserito en varios de los establecimientos que las preparan.
En mi distrito podemos encontrar el 'Miguelón', que se caracteriza por cobrarte antes de consumir. Un poco draconiana capaz esta norma para algunos, pero vale la pena. El resultado es una barriga abultada y un cuerpo con pocas ganas de caminar.
Pero la posibilidad de cargar con un vientre pronunciado por la ingesta de papas fritas es nula en el Centro de Lima. A la altura de Miroquesada con Lampa no hay un buen maestro de la parrilla que sepa hacerte una digna hamburguesa.
Una gordita quiso enamorarme con su pan con pollo deshilachado, pero cuando ví que lo recalentaba, di un paso atrás.
A veces pienso que una sanguchería es un buen negocio. Solo me falta capital. Si tuviera dinero, lo primero que haría es poner una cerca del 'Decano'.
Posteriormente pondría una botica, para vender efervescentes por los casos de indigestión que se producirán. No es que vaya a vender burro, sino que serviré bien despachado.
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miércoles, 17 de septiembre de 2008
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