martes, 23 de octubre de 2007

El perreo sandunguero sirve de galanteo

¿Qué baile no es sensual o funja de cortejo para atraer a la especie del otro género? Tenía una amigo muy tímido para conversar con las mujeres pero un día se dio cuenta que tenía el don del ritmo plagado en cada célula de su ser. No es que simplemente supiera moverse. Tal empírico danzante era capaz de remedar pasos de hip hop tan solo viéndolos por televisión. Al notar esto, no se convirtió en un exhibicionista. Todo lo contrario, prefirió mantener el perfil bajo. Y es que en cualquier fiesta siempre ejecutaba movimientos torpes, debido al favor de verse al costado de una chica. Y lo peculiar de él era su falta de palabra. Era un ente parco.

Una noche, en una fiesta, una fémina muy atractiva yacía en un rincón sola. Temía la burla de los demás concurrrentes por sus descordinaciones. Prácticamente tenía dos pies izquierdos la pobre y pasaba desapercibida en la velada llevada a cabo en casa de Miguel Chechenia. Sus amigas la habían dejado por dedicarse a libar con sus respectivas conquistas.

Mi compadre la vio y se acercó a conversar con ella. La bulla era tal que ni sus ángeles de la guarda escucharon el cruce de palabras. Pero la química surgió tan rápido como si expusieramos un combustible al fuego. Era evidente que ambos pasaban un buen momento. Era raro ver en él mantener la serenidad al costado de Lucía. No le temblaba el rostro y le sudaban las manos.

Gracias a los pegajosos temas escogidos por el programador musical de esa noche, el protagonista de este texto, Joaquín, le cogió la mano y la jaló al centro de la sala. Habían platicado más de una hora. La chica no se opuso y empezó a menearse con él. Tal dama de mirada escurridiza, cabellos negros y sonrisa escueta sorprendió a tirios y troyanos cuando empezó a lidiar contra la zona pélvica de su pareja de baile.

El otro mandó al diablo su nerviosismo y empezó a sacar lustre al parquet. Muchas piezas después, el galán de turno buscó los labios de su compañera de baile. El instinto se despertó en él y no era conciente de ello. Al abrir sus ojos se topó con la espalda de ella, la cual subía y bajaba de forma serpenteante. Como buen caballero, controló sus manos pero la chica las tomaba para repasar algunas partes de su cuerpo, palpables a la vista por supuesto.

Después de cinco horas, el cortejo quedó atrás y los besos abundaron esa noche para Joaquín. Tiempo después formalizaron y ambos conforman una linda pareja. Lamentablemente afrontan otra realidad. Después de un año y medio de relación, Lucía confesó tener cáncer. La vida se le acababa y pronto dejaría este mundo. No todo en esta vida es maravillloso.

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