Ya en el primer piso, esperaba encontrar a los delfines que caracterizan ese hotel. Sin embargo, se habían ido de viaje, a algún lugar al sur de Lima. ¿Por qué? Pues se tiene que dar manutención a su piscina.
Yaku y Wayra son los nombres de estos encantadores mamíferos. Quería saber más detalles sobre su remoción. Finalmente encontré la tienda de Cilde, la fundación que vela por su bienestar, y una amable señorita me contó todo lo que quise saber.
Nunca me precisó a qué nueva poza del Perú los mandaron a mudar. Tampoco insistí en saber. Me dijo que iban a limpiar la piscina y ese proceso demoraría 3 meses por lo menos. Tienen que sacar toda el agua, ‘resalar’ las paredes, poner una capa especial y limpiar las bombas. Todo ello se hace una vez al año.
Dejando atrás mi curiosidad periodística, di paso a mis intereses. Quería averiguar cuánto cuesta nadar con los delfines, pensando en un regalo para mi enamorada. Sin embargo, me acordé que ella no sabe ni flotar. Entonces la recepcionista me dio un folleto. Dar de comer al delfín cuesta 32 soles y si quiero que el animalito le regale una rosa a mi amada, debo desembolsar 180.
Había varias opciones, cosa que me gustó. Todavía tengo la idea de llevar a mi amor a compartir junto con Yaku y Wayra. Sería una cita doble. Los delfines conforman una fuerte pareja desde hace más de 10 años. Carmen y yo recién acabamos de cumplir un mes.
Foto: Blog Mi cámara Intrusa.
Notas relacionadas:
○ Acérquese al bello mundo de los delfines
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