Estaba entrando a la sala cuando por el espejo divisé a mi viejita cortando cebolla en la cocina. Recién pensaba hacer el arroz. Trasladándole la conversación de la criolla con la especialista, entre quejas por la subida del precio del pollo y la llamada de atención al perro para que no se lleve mis sandalias a su cama, surgió una cosa que en mis 25 años de vida no sabía. "Yo nunca te di leche", me dijo mi mamá.
A punta de 'Enzi' me crió. Me quedé sorprendido. Desde niño tomé leche de biberón. Por indisposición de su organismo, mi mamá no pudo remedar a la cabra Amaltea y por ende no crecí como Hércules. Siempre consumí el contenido procesado de la lata con una vaca envuelta en rosas. Pero débil no crecí. Al contrario, siempre fui robusto.
¿Qué pasó entonces? Pues como fiel mujer de selva, mi Anita Melis me dio chapo de guagua. De una vez descarto que sea un brebaje de culebra o un batido de isula, yacumama y carachupa como algunos ignorantes pensarán. Hay personas que dan por hecho que porque mi madre sea natural de la jungla, uno de chico jugó con sajinos afuera de su cuna.
¿Qué pasó entonces? Pues como fiel mujer de selva, mi Anita Melis me dio chapo de guagua. De una vez descarto que sea un brebaje de culebra o un batido de isula, yacumama y carachupa como algunos ignorantes pensarán. Hay personas que dan por hecho que porque mi madre sea natural de la jungla, uno de chico jugó con sajinos afuera de su cuna.
El chapo simplemente es la mezcla de plátano sancochado con leche, todo bien licuado. "Eso te quita lo sheplejo", una vez me dijo mi bisabuela Fílida, que en paz descansa. ¿Qué quieren decir esas palabras? Que creces sano y fuerte. Cómo es ¿no? A veces uno debe traducir cosas en su mismo idioma.
Ahora que estamos en la semana de la lactancia materna, todos los médicos recomiendan a sus madres no destetar tan temprano a sus hijos. Me gustaría compartir mi experiencia con algún galeno del Ministerio de Salud. ¿Qué me diría? Que mi vieja es lo máximo.